lunes, 5 de mayo de 2008

"Hiroshima" de John Hersey



Para describir el libro, sólo unas pocas palabras. Escrito por un periodista norteamericano, narra lo sucedido en Hiroshima desde la mañana en la que cayó la primera bomba atómica en una zona poblada, el 6 de agosto de 1945, desde la óptica de seis testigos – víctimas, posteriores “personas atomizadas”, con un capítulo final donde se relata el destino de cada uno de ellos. Es valioso ya que cada párrafo está teñido de respeto. No se encuentra un ápice de amarillismo. Respecto del estilo, es un relato, de manera tal que formalmente no incorpora nada novedoso. Lo medular es el contenido ya que provoca algo difícil de describir.

Hace varios días que estoy intentando averiguar porque me afectó más leer sobre Hiroshima que sobre los campos de concentración. A cada rato hipotetizo las posibles razones, para llegar a la conclusión de que todas forman parte de una suma conectada, de un todo sensible, imaginativo e ideal.

Desde mi experiencia, siempre estuvieron presentes en mi memoria, conformando una gran categoría titulada “grandes crímenes contra la humanidad” ambos acontecimientos. Pero el Holocausto, ocupaba el puesto nº 1. Parece que la literatura obligada a leer en el secundario se graba a fuego en nuestra estructura existencial. Darle a un adolescente ávido de culpabilizar opresores, un texto sobre el genocidio de los no arios es darle la llave que abre la puerta del intentar comprender algo, o en el mejor de los casos, de conocerlo. “El hombre en busca de sentido” adquirió para mi en aquella época no tan lejana, el estatus de elemento materializador en papel y tinta del horror. Todavía recuerdo que la segunda parte del libro que habla sobre la logoterapia no había que leerla, la teníamos prohibida, yo la leí, basé una respuesta para el profesor en ella, y me gritaron. Claro, mejor era quedarse con la inutilidad de lo acontecido y no conocer una teoría nacida de aquel padecimiento. Aunque con grandes diferencias “Si esto es un hombre” y “La escritura o la vida”, pueden situarse dentro de este conjunto literario.
Los atentados terroristas perpetrados contra los judíos en nuestro país, acrecentaron mi priorización horrorosa.

Me iluminé, si, acabo de percatarme porqué el Holocausto lidera mi ranking mental de horror humano contra humano. Se trata de una cuestión CERCANÍA – LEJANÍA.

Como instancia fundante, soy occidental. Y como tal, me cuesta mucho aproximarme aunque sea a una mera estimación de comprensión de la mentalidad oriental. Además uno conoce más judíos que japoneses, está el relato más a la mano, para nosotros los orientales son un conjunto de personas parecidas, no diferenciamos siquiera a los japoneses de los chinos. Hiroshima pasó en la otra punta del globo.

En todo esto radica el error, en concebirlo desde las víctimas, que son lejanas. ¿Será una defensa cómoda para no hacernos cargo? ¿Entendemos realmente que la lejanía geográfica no debería suponer lejanía empático-humana? Notamos la lejanía de las víctimas… ¿Notamos realmente la cercanía del monstruoso autor?

Lo bueno de este libro es que provoca apertura mental. Nos hace conocer aspectos que no considerábamos, nos lleva a cuestionar lo conocido, y si bien no a comprenderlo radicalmente, nos aproxima a ello.

Personas que volaron por los aires, habitantes de una ciudad que quiso ser borrada del mapa, sufriendo en silencio, pidiendo “por favor”, siendo amables, saliendo adelante, aceptando el destino. Personas que adquieren las características de elementos químicos sometidos a reacciones de esa índole, pulverizadas, atomizadas, volatilizadas, carbonizadas, que mueren fisiológicamente cada día por dentro, pero que espiritualmente viven por su Emperador y su patria.

Incomprensible para el occidental buscador de culpables

Ojalá pudiéramos percatarnos alguna vez, de que primero somos humanos y después estamos situados en un punto del mapa y en un paradigma consecuente. De esta manera podríamos dejar de lado la incomprensión y empezar a entender desde la admiración.