Una aproximación a dejar la supuesta filosofía intocable de las Ideas, que acentúa la parcialidad, para dar lugar a la filosofía de la Vida, que dentro de su carácter totalizante, también incluye a la Muerte.
La filosofía que conocemos habitualmente, la clásica, la oficial, tiene como principal exponente a Platón. De ninguna manera nos proponemos descalificar a este gran filósofo, sino simplemente señalar que frente a los hechos que nos han salido al paso, resulta insuficiente. Analicemos los puntos más importantes de su doctrina:
El género literario elegido por Platón es el diálogo y privilegia como método a la dialéctica. El dualismo define su filosofía. La tradición filosófica marca como gran descubrimiento platónico a las Ideas, que el Platón encuentra cuando busca el ser de las cosas, las cuales no son propiamente. La realidad concreta es distinta de lo que es verdaderamente. Recordemos que Platón se mueve en el horizonte del pensamiento socrático, y Sócrates buscaba las definiciones y pretendía establecer la esencia de las cosas. La definición parte del supuesto de la identidad y permanencia de los entes. Volviendo a Platón, considera que lo constitutivo del mundo de las Ideas es lo verdadero y que lo que constituye al mundo de las cosas es lo defectuoso.
Decir Idea es remitir a la Forma, y es el supuesto del conocimiento y de la visión de las cosas como tales. En ellas está el ser verdadero, en la materia lo múltiple, mudable, perecedero. La idea es una, inmutable y eterna, es en absoluto y no posee restricciones. El ser de las cosas es subordinado y deficiente.
Platón es dualista, escinde a la realidad en dos mundos.
El método para conocer es recordar, ya no se trata de ver lo que está fuera sino recordar lo que está dentro del hombre. Las cosas son un estímulo y también la sombra de las Ideas.
Su antropología también responde al dualismo, porque considera al hombre como ente caído y como participante de la verdad gracias a su alma inmortal.
Volviendo al tema de la realidad dividida, podemos situar en dos grandes conjuntos los conceptos por un lado apariencias, sombras, cosas reales, conjetura y creencia (correspondientes a la Doxa u opinión, despreciada por Platón) y por otro, inteligibilidad, verdad, objetos matemáticos, ideas, discurso y visión noética (correspondientes al Nous o conocimiento, enaltecido por Platón). Hay entre estos dos mundos una unidad fundamental, se integran por el paso del hombre.
Las ideas (lo uno) y las cosas (lo múltiple) se relacionan por el concepto de participación. La identificación del ser con la idea y del ente con la cosa, está claramente presente.
Las ideas se ordenan jerárquicamente, ocupando el lugar principal la idea de Bien, que como un sol ilumina a las demás.
Quien se encarga de adecuar ideas y cosas es el hombre, cuya alma ha visto la verdad alguna vez. Ésta posee una estructura tripartita: sensual, irascible y racional. Cuerpo y pasiones son despreciados y la razón, enaltecida.
Esto tiene una correspondencia inmediata con la ética platónica y su noción de virtud, a cada parte del alma le corresponde una: templanza, fortaleza, sabiduría. La virtud suprema es la justicia, como así también en la República, donde se traduce a la teoría de la constitución civil, la moral individual.
Para Platón existen tres clases sociales: la de trabajadores (comerciantes, industriales y agricultores), quienes deben producir y ejercitar la templanza; los guerreros cuya función es la defensa y su virtud a ejercitar es la fortaleza y por último (o quizás primeramente) los filósofos que con su gran sabiduría debían educar y dirigir.
La justicia es para Platón el equilibrio y la buena relación entre las clases y con la comunidad social.
Es claro como en toda la concepción platónica se advierte una profunda subordinación del individuo al interés de la comunidad.
Pone atención al hombre como intermediario en relación a la filosofía, entre sabio e ignorante, conciente de una falta de determinado saber. Buscar lo que no se tiene, en esto consiste el amor. Búsqueda de la belleza que comulga con la verdad.
La exposición sobre la doctrina platónica rebalsa de significados, definiciones, y hasta en un cierto punto de aspectos obvios y fácilmente adivinables. Es claramente comprensible. Pero no ayuda a pensar la condición humana que es por naturaleza incomprensible, misteriosa, sorpresiva, imprevisible. Aquí es donde surge el sentido.
Sentido, vida, muerte, ser, no-ser, marcan el carácter de otro tipo de filosofía que no se define por el dualismo separatista, sino por su matiz totalizante. No atiende con exclusividad a un solo polo de la realidad, esa es su característica. No prioriza un aspecto y desecha al otro. No comete el mismo error que la filosofía clásica o parcial. No pone el acento solo en la afirmación sino que lo comprende como contrapartida de la negación, a la cual le da un lugar, por primera vez. Lo ideal, actual y científico ya no son los protagonistas exclusivos, se presentan con ahínco en esta obra lo concreto, lo posible y la opinión.
María Zambrano puede ser considerada como una filósofa de la sombra. Nos habla sobre Séneca, pero no a la manera luminosa e ilustrada a la que fatalmente estamos acostumbrados a leer a los filósofos antiguos, lo hace desde una perspectiva nueva. O quizá más originaria aún que la acostumbrada. Para el filósofo estoico, la preocupación por la vida iba indefectiblemente de la mano de la cotidianeidad de la gente común, aspecto incompatible con la idea de filosofía y de política sostenida por Platón, quien además reconoce la importancia del pasado y el futuro en relación a la contemplación de las ideas. Séneca se aleja de la típica concepción temporal y se centra en el presente.
La filósofa apunta a que tener o estar en una cultura significa tener detrás de nuestra vida individual un tesoro, que a veces puede tener nombre y figura o a veces puede ser anónimo. Es necesario recordar y rememorar. Es central la importancia del anónimo, de este sin nombre, de este saber no sabido, por su enorme carga de significaciones. Es posible conocer incluso hasta lo que toda una tradición ha olvidado. Todo lo que pertenece al pasado necesita ser revisado y aclarado.
Señor Platón, no es Ud. dueño ni descubridor de la verdad absoluta, aunque ame esas dos palabras.
Pareciera que el hombre puede ser de tal o cual manera según quien sea el que realice su descripción. Hay distintas versiones del hombre. Es hasta inmaduro absolutizar una. Pero el ser humano es una criatura perezosa, que adora la claridad que le viene dada y resumida nítidamente. Prefiere creer algo que no piensa ni comparte, antes de salir a buscar entre las sobras algo nuevo con que alimentar su alma. Puede culpársele? Sí y No. No porque la mayoría de los hombres tiene el cerebro delimitado por un molde universal Made in Grecia Clásica, y Si por que tiene la suficiente responsabilidad, madurez y autonomía escondidas en su ser como para dejar de escuchar la eterna canción filosófica.
Se desprende de todo esto que, lo claro y evidente no seduce. Pero parece que lo misterioso al seducir, nos da temor.
Volviendo a los estoicos, la tarea de la filosofía es la de hacer frente a las desgracias particulares que toda vida lleva consigo. Ni Amor, ni Belleza, Ni Verdad.
Nos tendríamos que alegrar de esta filosofía que da un lugar al individuo por sí mismo y no como un engranaje más el cual puede ser necesario o puede ser suprimido en beneficio de la maquinaria enorme de la sociedad. Alienación no es sinónimo de integración.
La alta razón propuesta por Platón es incompatible con la vida real y concreta, sirve para el imperio y para el poder. Séneca propone una razón desvalida, al margen del Estado. También una vida ya no atravesada por la razón sino por la resignación, movimiento regresivo, vuelta y retirada hacia algo que se había abandonado.
El filósofo estoico dejó a la pura sabiduría y se abocó al hombre de cualquier clase y condición. Ya no se trata de todo lo que se sabe, sino de la necesidad del otro. La razón deja de ser dogmática para ser persuasiva, entre lo que puede leerse la capacidad del hombre de encontrar (si se busca) la fortaleza en el desamparo mismo.
Zambrano señala atinadamente que Séneca no nos agobia como tantas figuras históricas, porque no se encuentra allá a lo lejos y petrificado. Surge por que nuestra necesidad lo llama. Nuestra indigencia le da sentido.
La finalidad del saber para Séneca no es conocer, sino aprender a vivir y a morir. Es un sabio a la defensiva, está situado en una zona amarga, donde no hay esperanza y es necesario hacerse cargo. Aprender a moverse entre la relatividad constante que es la vida. Lo absoluto y lo inmutable, no figuran.
El tema del tiempo en Séneca acarrea nociones centrales, que en el tradicionalismo se encuentran al margen. El tiempo es la substancia misma de la vida, que decide todo lo demás. Se descubre en un momento de trance cuando algo ha dejado de ser, cuando algo nos ha abandonado. Esto se verifica en un momento negativo dentro de la propia vida, en la que se ha perdido alguna cosa que antes llenaba ese momento. Permanencia, presencia, plenitud, afirmación no forman parte de esto.
En “De la tranquilidad del ánimo” y “De la brevedad de la vida”, Séneca habla con los imperfectos, mediocres, malsanos, temerosos y atentados, lo que lo aleja kilométricamente de Platón, como así también la concepción de que la enfermedad y la cautividad entre otras desgracias son parte de la naturaleza del hombre, cuya existencia es revoltosa.
La esperanza es un estorbo para la vida, ya que pone el acento en el futuro y desperdicia al presente…
En la modernidad, la consideración del presente como lo único actualmente seguro, cierto y al alcance del hombre, como la reflexión en contacto con la realidad y la relegación del principio de autoridad a un segundo plano, son ráfagas que propulsan el surgimiento de filósofos como Pascal, que da lugar a lo escondido en la centralidad de su concepto de Dios, que no es ratio ni quietud ni frialdad ni lejanía, sino misterio.
La certeza no es lo que guía, sino la más alta de las probabilidades. Es el pensador de la apuesta. Valoriza el sentimiento, la razón no puede explicar al hombre en su totalidad.
Coincide con Séneca sobre la preferencia del hombre por lo seguro y establecido. Esto último constituye la justicia. Podríamos pensar en este punto qué ocurre con los hombres que no pueden elegir, que viven en un momento de peligro y en la inseguridad absoluta.
El hombre es un ser intermedio, también para Pascal, entre el ángel y la bestia. Un poquito de dualismo por aquí, otro poco por allí.
El ser está sujeto a la espacialidad y a la temporalidad, que según Améry no son solidarios, como se creía.
El tiempo está siempre en nosotros y el espacio está en torno a nosotros.
Plantea que para rastrear el tiempo hay que ceder al desorden. Hagamos silencio… escuchemos como Platón se rasga la toga de tan solo considerar el abandono de la idea de orden.
Descubrir el tiempo propio es vivir a-históricamente.
Tristemente, el hombre necesita de la sucesión clásica del tiempo para estar tranquilo. Pareciera que nuestro esquema mental consta de piezas que deben estar en el momento y lugar precisos para que todo funcione.
La muerte es la ausencia en el espacio.
Según Marina Tsvietáieva, entre el muerto y nosotros se establece un vínculo cementerial, absurdo, un no- vínculo.
La ausencia es la no-presencia.
Parece que nada de estos filósofos tiene que ver con los postulados platónicos. Son su contra-cara sin necesidad de una co-existencialidad. O quizás si. Depende de donde se vea. Interpretación y perspectiva.
Aunque el recuerdo podría ser un denominador común, para uno y otros la finalidad o función es tan opuesta que hasta parecen método, concepto, herramienta, diferentes. Pensamiento y presencia, duelo y ausencia, ¿simple y claro o complejo y confuso?
Platón es el exponente más acérrimo del pensamiento culto. Como vimos, desprecia a la creencia y a la opinión. Rodolfo Kusch invierte esto y plantea como válido al pensamiento popular, a la opinión, a la negación. Hacer conjeturas es donar sentido.
Se desprecia a la opinión por su fondo emocional, porque no se basa en la realidad. Nuevamente se nos hace presente un hombre como cómodo y también desconfiado de aquello que no resulta claro. Junto con Platón, Kant, Scheller y Marx desprecian la opinión por aparente, confusa y plurívoca.
La opinión es firme, está más arraigada y puede incluso fundar al juicio científico, o derribarlo completamente. Por ejemplo: Señor Platón NO CREO en su teoría de las Ideas.
El pensar culto pretende no contradecirse, el pensar popular trabaja sobre las contradicciones que son propias de la naturaleza, de lo humano, de lo existente. No se trata de decidir sobre lo verdadero o lo falso, se trata de la posibilidad de decidir.
La lógica que nos viene dada residualiza la negación, cuando en realidad es ciertamente necesaria para encontrar puntos en común, por ejemplo entre el pensar del colonizado y del colonizador.
La filosofía oficial desprecia lo posible, manantial de la existencia. Subordina el no-ser, que para Kusch es el estar, que da lugar al misterio y es donde se logra el ser.
La negación no cierra. Es apertura y afirmación de nosotros mismos que nos afirmamos al negar al otro que nos oprime.
Según Octavio Paz, la preeminencia de lo cerrado frente a lo abierto se manifiesta como amor a la Forma que para el Señor Platón es verdadera, perfecta, ideal. Para un filósofo-poeta como Paz es mutiladora de nuestro ser, impedimento de nuestra expresión y negadora de la satisfacción de nuestros aspectos vitales. El orden es una esfera segura y estable. Se contrapone a la fiesta, caótica, poética, criminal, a la que el hombre modelado occidental temería ciertamente.
La verdad no es una, no es orden y no es eterna. Se encuentra repartida en las verdaderas particulares de cada pueblo y también de cada individuo. Esto no constituye para nada un relativismo, como si lo constituye la absolutización de la verdad. Esto es totalizante, abarcativo, integrador.
Es vital que entendamos esto y que podamos pensar la realidad, parafraseando a Benjamin, como lo fáctico y lo posible. No se trata de actualizar las posibilidades truncas.
Es necesario construir la filosofía desde un nuevo lugar y romper con la tradición unívoca que nos viene dada. Lo objetivo y discursivo no sirven para interpretar o comprender este tiempo, ni ningún otro.
El avance ilimitado de la técnica junto a la banalización de la muerte y de la vida en un afán frenético por lograr un objetivo absurdo, nos ponen cara a cara con la obligación de hacer justicia por los individuos que testimonian un pasado no contado ni por la historia ni por la filosofía oficiales. No se trata de vengarlos para asegurarnos un presente algodonado. Se trata de construir un presente que no sea la consecuencia lógica de un pasado que ignoramos por no ajustarse a nuestro modelo mental de unidad, inmutabilidad y eternidad.
Bibliografía Utilizada:
- Blas Pascal, Pensamientos.
- Jean Améry, Revuelta y resignación.
- Julián Marías, Historia de la filosofía.
- María Zambrano, Séneca.
- Marina Tsvietáieva, Un espíritu prisionero.
- Octavio Paz, El laberinto de la soledad.
- Reyes Mate, Medianoche en la historia.
- Rodolfo Kusch, La negación en el pensamiento popular.
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